MENTIRAS

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Hay tantas razones por las cuales mentir: orgullo, miedo, debilidad… pero lo cierto es que sea cual sea la razón ninguno lo justifica. Es como si las personas pensaran que mentir cambiara la realidad de la persona a la que se le miente o simplemente pensaran que la otra persona nunca lo fuera a descubrir. A ver, que una cosa es que alguien no quiera saber acerca de algo o que no quiera meterse en “temas” que no le interesan y se haga el/la loco/a y otra cosa es que pensemos que la persona que tenemos enfrente es tonto/a, nada que ver.

También hay que diferenciar entre mentir y no decir toda la verdad. Siempre que mentimos, engañamos. Cuando no decimos toda la verdad, depende. Si es algo que únicamente te incluye a ti o te afecta a ti, eres libre de decirlo o no, porque al fin y al cabo es tú vida y solo tú puedes decidir que es lo que los demás quieren saber de ti. Pero cuando le ocultamos la verdad a una persona acerca de algo en el que está implicada o le afecta, estaremos usando la evasión con el mismo fin que la mentira, la intención es la misma, así que el daño que causaremos al tercero es el mismo.

Algo que detesto es cuando la gente intenta justificar sus mentiras. Las mentiras en sí no hacen daño. A ver si me explico lo suficientemente bien. El daño en cuestión, lo hace el comportamiento de la persona. Mentimos cuando pensamos que lo que hemos hecho es dañino o perjudicial para otra persona y no lo queremos decir por miedo a la reacción de la misma, es decir, miedo a hacerle daño, miedo a decepcionarle, miedo al abandono… Quiero decir, antes de mentir ya le hemos provocado el daño a esa otra persona, en realidad lo que intentamos al no decírselo o al mentirle es salir impunes.

Por eso no puedo soportar cuando alguien dice “no te lo dije / te mentí por tu bien, para protegerte”. ¿Para protegerle a él/ella o para protegerte tú? El daño ya le has hecho de antes, si encima le mientes le estás demostrando o bien que piensas que es ingenuo/a, o sea que tiene una confianza ciega en ti, que piensas que eres muy listo/a y que no se va a enterar nunca o bien que puedes hacer con el/ella lo que te da la gana. Pero lo peor no es eso, lo peor es cuando le has mentido descaradamente y se acaba enterando de la verdad y entonces se le quita la venda de los ojos y ve la verdad. Así que, veamos, cuando le haces más daño, ¿cuándo actúas erróneamente o después de haber actuado mal, le hayas mentido, ha descubierto la verdad y ha perdido toda confianza en ti?

Una vez, conocí a alguien que dijo “se es más feliz en la ignorancia”. No comparto nada esa opinión y de hecho, se lo dije. Será que nadie le ha mentido descaradamente o no sé. En realidad, creo que el peor caso en el que te mienten es cuando sabes la verdad y le preguntas que es lo que ha pasado o pasó. Ahora seguro que alguien me dice… ¿y si lo sabes para qué preguntas? Fácil. Es para saber si esa persona es de fiar o si llegado el momento te sería sincera. No estoy a favor de poner a la gente a prueba, pero si está justificado, es decir, si alguna vez alguien te ha traicionado y tienes dudas razonables de su posible deslealtad pues es la única manera que se me ocurre de averiguarlo. Sea cual sea la reacción te llevarás una sorpresa, en el mejor de los casos grata y en el peor de los casos mala.

También conozco a gente avestruz. Ya sabéis, de esas que aunque sepan la verdad esconden la cabeza en el suelo y hacen como si no supieran nada. Es algo que me irrita demasiado. Es como si no pudieran afrontar la realidad. A ver, pensemos. Todos los días mueren miles de personas de hambre, todos los días muere gente en guerras civiles, existen un montón de personas desnutridas en el mundo, niños explotados y una larga lista que le sigue. Lo peor de todo, es que nos han acostumbrado mal para que aunque esté pasando todo eso todos los días de nuestra existencia, solo pensemos en nuestro ombligo. Así que si puedes soportar la idea de que todos los días pasa eso en el mundo, en serio: ¿No puedes soportar que una persona querida te traicione? ¿No puedes soportar que alguien que creías que era tu amigo/a en realidad no lo sea? ¿No puedes soportar que tu pareja no te sea fiel?

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 «Las mentiras son un ritmo disonante entre quien lo marca y quien lo sigue.» I.L.

COMUNICACIÓN

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La comunicación es la base del pilar para las relaciones humanas. Bien se sabe que una mala comunicación puede romper incluso las relaciones más fructíferas o más estrechas, así que trataré de dar unas bases para que eso no pase.

 1. No faltes el respeto. Es la más importante de todas. Ya se que la gente dice que el respeto se gana, pero es sumamente importante que la otra persona obtenga el mensaje de que tú tienes en cuenta o que eres considerado con sus sentimientos. No hace falta que esa persona sea importante en tu vida, se trata más bien de ser cortés, de ser educado. Imaginaos que todas las personas dijeran todo lo que piensan de las maneras más burdas, el mundo sería caótico.

 2. No grites. Esto se aplica más bien a momentos de tensión, de discusiones. Una lucha violenta (no hace falta llegar a la agresión física) por tener la razón, por ver quien es el más fuerte (¿Gritar más desde cuándo significa ser más fuerte?), o a ver quien es el que se rinde antes (¿Desde cuándo rendirse significa que no se te tenga la razón?) sólo es una pérdida de tiempo y de energía que no lleva a ningún lado. Si en ese momento estás alterado, enfadado, sientes ira o furia, respira hondo, tómate tu tiempo y cuando te tranquilices habla con quien tengas que hablar, pero cada uno exponiendo su punto vista y aceptando la del otro.

 3. No juzgues. Cuando te comunicas con alguien, lo que más se queda grabado en nuestro cerebro es la primera impresión. Es lógico, porque es lo primero que percibimos de una persona, pero esa primera impresión no siempre es la más acertada. Si tú te tomas tu tiempo en conocer a alguien (tampoco me refiero a que cada persona que conozcas lo conviertas en un amigo, simplemente que no te fíes de las primeras impresiones), verás que algunas personas con el tiempo te sorprenderán gratamente.

 4. No critiques. Las críticas hacia los demás están a la orden del día. Cuando la gente mira a los demás, lo interpretan con su lente (quiero decir, desde su punto de vista), no cambian la lente para ver el mundo de otro color (me refiero a ponerse en el lugar de otro, ser un poco empáticos, porque seguramente esa otra persona y tú no veáis las cosas de la misma manera) que no sea el suyo. Todo lo ven en blanco y negro, sin apreciar la amplia gama de matices grises existentes.

 5. No reproches. Algunas personas que no soportan una conversación acerca de que es lo que hacen mal, algo que no nos gusta de ellos o como podrían mejorar algo de ellos utilizan esto como un ataque defensivo. Cuando tú metes la pata, en vez de decírtelo y aclarar las cosas en el momento en que suceden “en frío” (o sea, siguiendo las pautas que antes he mencionado), cuando tú intentas hablar con ellos en la situación en que he descrito antes, ellos te echan en cara algo que habías echo mal o el momento en que habías metido la pata hace tiempo atrás. Es lo más hiriente y lo más ruin que puedes hacer. Porque en el momento en que tú hablas con ellos y ellos te lo echan en cara, te preguntas por qué no te lo dijeron en su momento y te vienen ahora con esas, como si eso “empatara” la situación. Hay que saber aceptar una crítica constructiva.

 6. No humilles. Otras personas son tan orgullosas que son incapaces hasta de admitir de que no tienen razón, aún cuando se lo demuestres fehacientemente. Es por el mero de hecho de que no darte la razón suponga una victoria, aunque esta idea no tenga ningún sentido. Pero eso no es lo peor, lo peor es que cuando tú le preguntas acerca de algo que no sabes (porque tú admites que no naciste sabiéndolo todo), te van a tratar como si no saber eso en concreto que estás preguntando te convirtiera en tonto (Y digo yo, ¿No es más noble aceptar tu ignorancia acerca de algo, qué no admitirlo por orgullo y quedar en evidencia?).

 7. No desprecies. Hay otro número de personas que tienen la mala costumbre de desconectar cuando otras personas les hablan, mientras que cuando ellos hablan necesitan toda tu atención. Esto, para mí, deriva en desprecio, porque es como si solo importasen sus problemas o lo que tuvieran que decir, mientras que lo que tenemos que exponer los demás fuese insignificante para ellos, aún sin haberlo escuchado. O sea, es un desprecio no a lo que has dicho, sino que es un desprecio a tu persona porque dan por hecho que lo que tú vas a decir carece de importancia o es irrelevante.

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«Una buena comunicación es la sincronía de dos melodías independientes.»  I.L.

PODER

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Las relaciones interpersonales son una especie de juego de poder. Las relaciones sanas tratan de equilibrar el poder que tiene cada una de las partes en una relación en diversas situaciones desde quedar para tomar algo, hasta emprender un proyecto conjunto. Pongamos ejemplos sencillos: si quedáis para tomar algo, cada uno paga su parte o bien un día paga uno y otro día paga otro. Si quedáis para cenar unos cocinan y otros recogen, y la siguiente vez se intercambian los papeles. Si dos amigos viven lejos, una vez lo va a visitar uno y otra vez lo visita el otro y así sucesivamente.

 Encontrar un equilibrio entre ambas partes es difícil, sobretodo cuando la relación parte de un desbalance. Quiero decir, si existe un grupo de gente en el que se encuentran personas dominantes y personas que siempre arriman el hombro o siempre ceden. No quiero usar la expresión dominada, porque parto de una suposición en el que no se obliga a nadie a hacer nada que no quiera. Simplemente, con toda su buena voluntad se presta a colaborar para la puesta a punto en la actividad programada. Esto no debería suponer un problema, pero lo cierto es que acaba siéndolo para la parte colaboradora.

 Desde que los demás ven o tú das a entender que siempre vas a ser el que vaya a arrimar el hombro o vayas a ser el/la que cede, la balanza se va a volver en contra tuyo (si no es así, mejor para ti, pero es lo que normalmente sucede). Lo digo, porque cuando alguien no quiera hacer algo va a intentar que tú lo hagas. Entonces, además de hacer lo que te correspondía a ti, también vas a tener que hacer lo que otros no quieran.

 Esta manipulación se puede hacer bien de forma tan sutil que apenas te percates o bien, de una manera más descarada o bruta en el que las intenciones quedan al descubierto. El problema, pero, no se encuentra en el que se te acumulen las obligaciones de los demás. Se encuentra en el momento en que te das cuenta que los demás se están aprovechando de ti y te decepcionan. Porque supongo, que cuando te das cuenta de esa manipulación, empezarás a negarte a ser el que siempre arrima el hombro y el que siempre cede con el propósito de recuperar tu poder. Intentarás reestablecer el equilibrio de esa relación.

 Cuando te empiezas a negar a hacerte responsable de las tareas de los demás, puedes esperarte distintas reacciones. Algunos desistirán en el intento, algunos intentarán convencerte de las maneras más sutiles y amables a que lo hagas y otros en cambio, mostrarán su lado más tirano y egoísta y te harán creer que el hecho de que no lo hagas te convierte en una mala persona, en una persona vaga o caprichosa. Entonces es cuando te sientes mal y te preguntas realmente si tienen razón o no, y no, no la tienen.

 Voy a intentar aclarar o explicar como puedes saber si realmente alguien te está manipulando para conseguir sus fines o si realmente no lo haces porque eres egoísta. Debes de formularte las siguientes preguntas: ¿Habéis definido cuál va a ser la tarea de cada uno? ¿Has cumplido tu parte? ¿Ha cumplido él/ella la suya? Si es que no, ¿tiene algún impedimento para llevarlo a cabo o se trata más bien de una excusa? Si es que sí, ¿suponen los dos el mismo esfuerzo?

Estarás siendo egoísta en caso de que no hayas cumplido con tu parte y él haya cumplido con la suya, o si bien los dos habéis cumplido con vuestra parte pero la suya supone un mayor esfuerzo y no quieras ayudarle.

Estarás siendo manipulado/a, en el caso de que tú hayas cumplido con tu parte y él/ella no, o si bien los dos habéis cumplido con vuestra parte pero la tuya suponga un mayor esfuerzo y el se niega a echarte una mano.

 Lo más importante en el momento de que te des cuenta de que se ha llevado a cabo esa manipulación, es que expongas donde está el límite, hasta donde estás dispuesto a llegar y que es a lo que te niegas. Si la reacción es buena, sigue adelante. Si es que no, pregúntate si realmente esas personas te quieren, si realmente son tus amigos o si debes relacionarte o buscar otras personas con las que compartir tu tiempo. La gente confunde ser bueno con ser débil, con ser inocente o manipulable, pero no tiene nada que ver. A veces esas ganas de ser “el bueno” provienen de un complejo de inferioridad en el que se piensa que si no hacemos la voluntad de los demás seremos rechazados o estaremos siendo “malos” y debemos de ganarnos a los demás dando lo mejor de nosotros mismos, ayudando a los demás en lo que podamos, sacrificándonos hasta que llega un punto en el que lo que nosotros queremos, necesitamos, deseamos o soñamos no importa y nos desvanecemos en los demás.

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 «La bondad es una virtud que solo los sabios saben apreciar.» I.L.

PERDÓN

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La mejor manera de dejar el pasado atrás es el perdón. No me refiero a una mera disculpa por llegar tarde a una cita, haberte olvidado de algo o confundirte sobre algo. La diferencia, de hecho, radica en la intensidad de nuestra equivocación. En el primero de los casos hemos hecho daño de verdad a alguien, hemos roto su confianza, le hemos faltado el respeto o hemos herido sus sentimientos. Mientras que en el segundo caso, se trata más bien de la descortesía hacia la otra persona.

 Todo el mundo comete errores, no conozco a nadie que no haya metido la pata alguna vez. Lo que no podemos hacer es estar castigándonos eternamente por haber cometido esos errores. Estoy hablando de una suposición en el que nuestro acto no se basa en dañar al otro, quiero decir, estoy hablando del caso en el que no lo hayamos hecho adrede, o sea que nuestra intención o nuestro fin, no es la de herir a la otra persona. Lo más duro es reconocer que hemos hecho algo mal y que hemos perjudicado a otra persona. Tenemos que pensar que somos seres imperfectos, asumir las consecuencias de nuestros errores y seguir adelante.

 Habrá veces en que te encontrarás con que alguien te tendría que haber pedido perdón o se tendría que haber disculpado, te sientes herido, traicionado o decepcionado con alguien, pero ese arrepentimiento de la otra persona no llega. De hecho, a veces nunca llega. Sentir odio, ira, asco o desprecio por alguien eternamente no nos va a hacer sentir mejor con nosotros mismos. Porque cuando te llenas de sentimientos negativos, no eres capaz de ver las buenas cosas de la vida, es como si te rodearas de una neblina negra que te impidiera ver el sol. Así que aunque esa persona no muestre ningún signo de arrepentimiento, tómate tu tiempo, piensa sobre lo que ha sucedido, piensa en las razones por las que lo pudiera haber hecho lo que haya hecho y cuando estés listo, perdónala. La vida es muy corta como para vivir lleno de resentimiento hacia otra persona. Disfrútala.

 Algunas personas son incapaces de pedir disculpas y menos de pedir perdón. No sé el porque de esa actitud. No sé si es porque piensan que es un signo de debilidad, no sé si es porque no se arrepienten de nada de lo que hacen o son incapaces de percibir el daño que causan en los demás, les demuestren o no dolor. No se me ocurre mayor signo de fortaleza que el de reconocer nuestra imperfección y de mostrar empatía para con el sentimiento del otro. La soberbia y el orgullo no llevan a otro lugar que no sea la soledad. La grandeza se encuentra en la humildad.

 A veces te preguntarás si no era mejor que esa persona no te hubiera pedido perdón. Lo digo porque mucha gente confunde el perdonar con hacer las paces. Cuando una persona te perdona no significa que todo esté como antes, es imposible. El amor, la confianza y el respeto son tres grandes valores que se construyen a base de tiempo y de esfuerzo, y si los destruyes, no puedes pretender que vuelvan a encajar como si fuese un puzzle o un rompecabezas. Cuando una persona te perdona, significa que tenéis que volver a empezar desde cero. Tienes que volver a ganarte su amor, respeto o confianza, si es que se puede claro, porque a veces no resulta tan fácil como parece.

 No se trata de olvidar lo que ha pasado y hacer como si nada, es más bien de no centrar nuestra energía en ese recuerdo o ese sentimiento doloroso, dedicarnos a vivir nuestro presente centrados en las cosas que realmente nos importan: las personas queridas. Si alguien es capaz de hacerte daño sea intencionadamente o no, alguien es o será capaz de sanarlo.

 La venganza tampoco es la solución. Imagina centrar tu vida en destrozar la vida de alguien, de perseguir a una persona como un maníaco (no lo digo exclusivamente en el sentido físico, sino de todas las maneras posibles: entrando en su correo, en su ordenador…), porque a fin de cuentas eso no te lleva a ninguna parte. No te hace más fuerte, ni te hace dominante ni te hace nada, es más, te hace más débil porque centras tu vida y en consecuencia, tu felicidad en una persona a la que no le importas, que no te quiere o que no te trata o no te ha tratado como te mereces, en vez de centrarlo en ti. Lo que demuestra es lo poco que te puedes llegar a querer y en lo poco que aprecias tu vida, una existencia muy corta si tenemos en cuenta el nacimiento de la vida en este planeta.

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» Pedir perdón es de valientes, perdonar es de sabios.» I.L.

TIMIDEZ

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Mejillas ruborizadas, palpitaciones, sudoración… En efectiva, hoy hablaremos de la timidez. ¿Qué es la timidez, pues? Un miedo irracional que tenemos grabado en nuestra mente frente a nuevas situaciones sociales, seguramente debido a alguna mala experiencia que hayamos vivido en la infancia.

 Aquí tenemos que diferenciar cuatro conceptos distintos que están relacionados. Vergonzoso, tímido, introvertido y PAS (persona altamente sensible). La diferencia entre el vergonzoso y el tímido radica en que el vergonzoso vive la vergüenza en una situación determinada (hablar en público, conocer gente nueva, o ligar, por ejemplo), mientras que el tímido vive esa vergüenza de forma más generalizada. La diferencia entre introvertido y tímido, está en que el tímido siente miedo al relacionarse con los demás, mientras que el introvertido se siente a gusto o cómodo estando sólo. Un introvertido puede relacionarse con los demás sin ningún tipo de miedo, pero después de un tiempo se sentirá emocionalmente “agotado” y querrá estar sólo para descansar. Una persona altamente sensible es alguien que tiene el sistema nervioso más desarrollado que los demás, y por ende, cualquier estimulación exterior lo analizará más profundamente y lo vivirá de manera más intensa. Luces destellantes, ruidos, bullicio, reuniones multitudinarias, todo eso le puede provocar una situación de estrés, por lo que preferirá la tranquilidad y reuniones con pocas personas.

 Si una persona no es tímida, no puede entender por lo que atraviesas, y esto se puede aplicar a los cuatro conceptos que he mencionado en el párrafo anterior. La mayoría de la gente confunde ser vergonzoso con ser tímido, pero no es lo mismo. No se puede comparar sentir vergüenza en un determinado momento que sentirlo cada vez que sales de tu zona de “confort”. Imagina que cada vez que te presentan a alguien nuevo, cada vez que tengas que hablar en público, o cada vez que intentas conocer a alguien que te gusta sientas tensión, te sientas incómodo, o que te quedes paralizado como si estuvieras dentro de un bloque de hielo y ni tu pensamiento ni tu cuerpo fluyeran.

 He de aclarar que ser vergonzoso o ser tímido, se puede mejorar, quiero decir, es algo que se puede cambiar, mientras que ser introvertido o PAS no, debido a que forman parte de la personalidad de una persona. A continuación, escribiré unos pasos a seguir para poder afrontar la timidez.

 1. Amigos. Hay que definir bien el concepto de amigo, con el fin de que sepas a que me estoy refiriendo exactamente. Estamos hablando de una persona que realmente te conozca bien, más allá de tu timidez. Una persona que te acepta tal y como eres, que no intenta cambiarte o que no se avergüence de tu etiqueta, con la que puedas hablar sobre ello, que te escuche y que te entienda. Si es otro tímido, incluso diría que puede ser un punto a favor, porque entonces incluso podréis compartir experiencias y ayudaros mutuamente. Se trata de conocer gente con la que te sientas cómodo, con la que te puedas identificar, para que tengas una base positiva. Si la sensación de que no encajas, de que eres defectuoso o inferior que los demás debido a este rasgo desaparece, será más fácil que tú mismo des el paso de intentar superarlo.

 2. Quiérete. Ser tímido no es algo negativo, salvo cuando te impide ser quien tú quieres ser, vivir tu vida como te gustaría o disfrutar de algunas experiencias. Existen diferentes grados y algunos incluso resultan agradables o simpáticos frente a terceros, mientras que otros despiertan antipatías o lástima. Si no es algo negativo, acéptalo como parte de tu ser e incluso sácale partido.

 3. Afróntalo. Si este rasgo te dificulta o te impide llegar a donde quieres ir, es hora de superarlo. La mejor manera es viviendo esa situación angustiosa que te paraliza, te ruboriza, que te provoca sudor o palpitaciones una y otra vez. La timidez no va a desaparecer como si nada. Lo que se pretende exponiéndote, es acostumbrarte a la tensión que te provoca esa situación, para que se haga cada vez más familiar y al fin consigas controlarla. Exacto, la tensión no desaparece, pero la controlas y eso va a hacer que poco a poco la exteriorización de esa tensión desaparezca.

 Las etiquetas producen un efecto negativo sobre las personas, ya que las reduce a una sola palabra, una sola característica. Todas las personas tienen una personalidad, sus defectos y sus virtudes, tienen sus aspiraciones, sus sueños, sus objetivos y un ideal de vida que lograr. No permitas que esa etiqueta te limite, vive tu vida como a ti te gustaría vivirla y el resto que se ocupe de la propia suya.

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«La autenticidad es una utopía alcanzable.» I.L.

ADIÓS

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Cuantos abrazos sin dar, cuantas palabras sin decir, cuantos besos por dar. Sentimientos de abandono, de culpabilidad, tristeza, ira o rabia. Cuando alguien importante se va de nuestras vidas nos sentimos vacíos. No sabemos como afrontarlo y hasta que aceptamos su pérdida nos sumimos en un gran pozo.

 Hay personas que desde el primer momento en el que entran en nuestras vidas la cambian por completo y dejan huella para siempre. Si has tenido suerte, al menos habrás conocido a una persona así. Ya escribí hace unos seis o siete años por vez primera que “no se olvida a quien se ama, solo se aprende a vivir sin ella” y eso es lo que pretendo a través de este artículo, aprender a hacerlo más amenamente:

 1. Acepta tus emociones y sácalos fuera. Habla con alguien de cómo te sientes, de los recuerdos que tienes con esa persona, lo bueno que te aportó o cuanto la echas de menos. También puedes llorar, hacer ejercicio, escribir, cantar, componer una canción o lo que te da la gana. Cuando la pérdida es reciente, es como si tuvieras un nudo en tu interior y se trata de desatar ese nudo. Si además de sacarlo fuera puedes conseguir algo bonito o creativo, mejor que mejor.

 2. Una vez que esas emociones amainen, intenta seguir con tu vida. Come, duerme, responde con tus obligaciones. Queda con los amigos, date una vuelta, lo que sea pero distráete. Imagina que es lo que hubiera querido esa persona para ti, imagina que puede verte o que pensaría si te ve en esa situación. Parar tu vida por alguien que se ha ido no es vivir, es como deambular sin sentido en un planeta. No quiero decir que tengas que seguir haciendo tu vida como si nada. Si un día te sientes triste y no quieres salir, no salgas. Si quieres ver una película triste y llorar hasta que se te secan los ojos, hazlo. Si necesitas comer helado de chocolate para calmar tus penas, cómetelo pero que sólo sea un día. No lo alargues, porque entonces estarás parando tu vida. Se trata de tomarte un descanso, de hacer una pausa, con el fin de seguir adelante al día siguiente.

 3. Si a pesar de los dos pasos anteriores se te hace difícil, prueba lo siguiente. Si tienes sus objetos personales, guárdalos en una caja y ciérrala. No escuches las canciones que te recuerdan a ella, no vayas a los sitios especiales con las que hayas compartido recuerdos increíbles con ella, ni si quiera leas mensajes que tengas en el móvil. Se trata de dejar de buscarla. Es como hacer una simulación de que no ha estado en tu vida, es una manera de obligar a nuestro cerebro a que acepte la idea de que no está y no va a estar. Se trata de desconectar paulatinamente con esos recuerdos, para que nuestros sentimientos se apacigüen. Quiero aclarar que no se trata de olvidar a esa persona o de borrar sus recuerdos, se trata simplemente de hacer una desconexión temporal para quitarle intensidad.

 4. Esta es la etapa más reconfortante de todas. Aquí es donde hemos aceptado su pérdida. Aquí es donde lamentamos no habernos despedido, de no haberle dicho lo que tanto queríamos decirle o de que no la hayamos besado o abrazado, pero sin sentirnos mal o sentirnos culpables por ello. Este es el momento en que podemos escuchar la música que nos recuerda, el momento en que podemos ir a lugares compartidos, es el momento en el que la recordamos sin sentir dolor. Ahora es cuando nos despedimos de esa persona sin remordimientos.

 Los pasos que he escrito aquí son mas fáciles de escribir que de hacer. Esto no lo he leído en ningún libro ni en ningún manual, parte de la propia experiencia personal. No he puesto la duración de cada uno de los pasos porque es variable de persona a persona. Al seguir estos pasos no estoy asegurando que no vayas a sentir dolor, tristeza, ni de que nunca más vayas a llorar por esa persona que se haya ido. Sólo intento facilitar todo el proceso de asimilación que a veces tanto nos cuesta concluir para que podamos seguir con nuestras vidas.

«El adiós no es más que la paz para el que se va y el sosiego para quien le espera.»        I.L.

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COMPLEJOS

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El mayor obstáculo que impide al ser humano obtener lo que quiere tener o convertirse en lo que desea ser son los miedos. ¿Y qué son los complejos? Miedos. Mecanismos de defensa que ha creado el cerebro con el objetivo de proteger al sujeto de que no vuelva a pasar o de que no vuelva a vivir experiencias nefastas del pasado. Pero llega un punto donde hace más daño que bien ya que nos impiden evolucionar.

 La mayoría de la gente opta por el camino más fácil. Se dicen así mismos que no son capaces, lo suficientemente buenos/bonitos/deseables. Eso es lo que quiero conseguir con este artículo. A día de hoy quiero que la gente empiece a creer en sus aptitudes.

 ¿Cuántas personas viven a día de hoy esclavas de su aspecto físico? La mayoría de las personas que conozco. Pero todo tiene su lógica. Vivimos en una sociedad donde de se nos bombardea con publicidad de todas las frentes: televisión, Internet, revistas, carteles, vallas publicitarias…Se nos hace creer que teniendo un cuerpo 90-60-90, un coche específico o varios modelos de la marca X seremos felices, pero, ¿quién nos asegura eso? En realidad, nadie. Cuanta gente se gasta un montón de dinero en tratamientos, entrenadores personales con el fin de parecer más jóvenes y poder entrar en las tallas “ideales” con el convencimiento de que conseguirán a una pareja estereotipada o vida perfecta. Digo yo, una cosa es que tú te cuides para verte bien y otra cosa es que te obsesiones con un físico ideal. Si tienes sobrepeso, tienes un montón de profesionales que te pueden ayudar o asesorar, pero en serio, no juegues con tu salud, tu cuerpo te lo agradecerá.

 ¿Cuántas personas viven esperando a que les lluevan las oportunidades? ¿Cuántas personas se dejan llevan por el momento con la excusa de que estamos frente a una crisis? ¿Cuántas personas dicen “Me gustaría…” y no hacen nada por conseguirlo? Esas inseguridades o esos pensamientos son fruto de nuestro cerebro que intenta defendernos de posibles malas experiencias que hemos vivido en el pasado, inducidos por el ridículo, por personas que no nos han tratado bien o personas que nos han impedido hacer o conseguir ciertas cosas por no considerarnos aptos.

 Ahora pasaremos a la parte práctica, porque solucionar esos problemas es más difícil de lo que parece. Imaginemos una persona con un complejo físico. Creo que hay varias pautas que podemos seguir para mejorar nuestra autoestima. Una de ellas es la de hacer un balance entre aspectos que no te gustan de tu físico y aspectos que te gustan, con el objetivo de ver que realmente tu cuerpo es tan bonito como el de cualquier otro. Puedes pedir a la gente de tu entorno que te describa como te ven ellos y compararlo con como te ves tú, con el fin de averiguar si realmente distorsionas tu imagen. Tómate un tiempo para salir, darte un paseo o tomar algo, arréglate y vístete con colores alegres, te ayudará. Pero sobre todo, sigue la cuarta regla. ¡No te compares con las modelos de la televisión o de pasarela! Ellos se dedican a explotar su imagen, viven de su imagen y para ello invierten un montón de tiempo en tratamientos, en dietas, en ejercicio… Tú eres una persona que no se dedica a eso, tú tienes tus obligaciones como todos: trabajar, estudiar, cuidar de la casa, de tus hijos, de tus padres…

 Si por el contrario, tu problema es psicológico, la mejor solución para superarlo es la terapia de choque, no existe nada mejor. No se trata de meterte de lleno en un océano. Primero habrá que lanzarse a una piscina, con flotador hasta que sepamos nadar. Después, habrá que meterse en el mar, hasta que nos sepamos las corrientes y en un último plano pensaremos en sumergirnos en un océano. Quiero decir, todo a su debido a tiempo. Hay que empezar por pequeñas cosas como participar en una reunión, en un debate. Seguir por participar en varios eventos y cuando tengamos la confianza suficiente ya nos haremos a la idea de poder dar un discurso enfrente de centenares de personas.

 En fin, lo que quiero decir es que cuanto más nos enfrentemos a los miedos, más pequeños se harán estos y estaremos más cerca de ser libres.

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