INOCENCIA

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Inocencia. Dícese de ese carácter o rasgo que caracteriza a un ser por el que existe falta de malicia, mala intención o picardía.

La primera vez que me enamoré de este rasgo fue cuando me crucé con dos galaxias abiertas a mí de par en par, un mundo abierto ante mí, una mirada pura, cándida, cristalina. Una mirada sin prejuicios, filtros ni sentencias. Fue un encuentro casual en plena calle. Un ángel se paró ante mí. Me miró a los ojos y me ofreció lo que en aquel momento debió de ser su juguete favorito. Desde entonces me he cruzado un número limitado de veces con otros ángeles de cabello dorado y ojos del color del cielo. En cada ocasión he sentido como un momento se volvía eterno.  Un cruce de miradas, una lectura del alma, una sonrisa abierta. Una conversación sin palabras, un diálogo mudo, todo reducido al lenguaje universal. Una maravilla.

Cuando te encuentras con una mirada que irradia luz, energía, alegría con ese brillo que te cala y te contagia haciéndote sonreír como cuando eras niño, cuando no tiene barreras para conectarse contigo, ese momento se vuelve casi mágico. Las emociones se contagian. Las palabras hieren o reconfortan, un abrazo cura males pero sin embargo, lo que realmente cura un alma rota es la risa.

El placer de reír a carcajada limpia. Llorar de risa. No sentir vergüenza. No preocuparse por lo que pensarán de ti los demás. Jugar, experimentar con la comida.  Gozar de cada uno de los sentidos. Tumbarse en la hierba en el atardecer y respirar despacio.  Saltar en los charcos de agua, empaparse bajo la lluvia. No preocuparse por el paso del tiempo y disfrutar de cada momento. Vivir la vida desde la perspectiva de un niño.

Definitivamente, la inocencia es un don que no deberíamos perder nunca, disfrútala.

inocencia

El principio del fin

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No existe nada semejante como la sensación de volver a casa. El contexto socio-político de mi país ahora mismo es una incertidumbre en el que muchos que se fueron en busca de una oportunidad aprovechan para volver. Este año yo también coincido con la vuelta a casa a pesar de no haber ido al extranjero.

El año pasado despedí mi año columpiándome en un parque mientras sentía como estaba deambulando por la vida. Todo comenzó mucho tiempo atrás, en algún momento cuando empecé a desear una vida mejor para mí. Un día en el que empecé a soñar con algo mejor.

No sé si tiene que ver con los sueños, con los deseos o con la ilusión, pero parece ser que cuando te propones algo, el mundo gira a tu favor, o al menos así es como ha sido en mi caso. Cuando me propuse salir ahí afuera y probar, tuve el placer de encontrarme con personas muy especiales, de esas que entran en tu interior, te sacuden vorazmente y dejan tu vida patas arriba.

Cabe la posibilidad de que no os hayáis encontrado con personas así, pero en serio, es el mejor regalo que la vida os puede brindar. Personas que reflejan todo vuestro ser, personas con las que os identificáis, personas con las que no solo compartes virtudes, sino también defectos con las que sois capaces de compartirlos y aceptarlos. Personas que os retan y os hacen cuestionaros todo. Personas que os hacen entender que la vida es una historia muy bonita en la que la clave es saber compartir.

Una vez vividas esas experiencias la vida te vuelve a retar para comprobar que realmente has acabado con tus vicios. Vicios mentales, quiero decir. El pasado, el futuro, la culpa, el rencor, el control y una lista interminable de preocupaciones que hemos ido amontonando a lo largo de la vida. Ver como cambiamos nuestra manera de actuar y enfrentar las situaciones de la vida es una vivencia que deja un agradable sabor de boca.

Así es como vuelvo este año a casa, ligera de equipaje y con una gran sonrisa en la boca. Así es como he comenzado el principio del fin.

Feliz navidad.

Paz.

naturaleza isabeldelrio

Imagen: isalbelderio.es

Adiós…

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Me has acompañado durante mucho tiempo. Por primera vez cuando derramé mis primeras lágrimas de dolor. Desde entonces, en contadas ocasiones. A veces mientras lloraba de rabia, a veces mientras discutía, a veces mientras pensaba sobre la muerte y la vida.

Juntos hemos pasado varias etapas de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta. Siempre me acompañabas. No importaba si estuviese sola o en compañía. A veces te presentabas como el ruido que hacen las agujas del reloj, a veces como una terrible agonía que no se desprendía de mí. Durante algunas épocas incluso te permitías el lujo de meterte en mi cama para que no pudiera conciliar sueño alguno.

Intenté desprenderme de ti, hui de ti, corrí, lejos, pero siempre estabas al acecho. Intenté ser libre, pero siempre me alcanzabas. Te quería lejos, mas siempre te tenía cerca. Solo desaparecías cuando no pensaba en ti. Solo desaparecías cuando te escribía, cuando te pintaba, cuando te plasmaba en otro elemento que no fuera mi pensamiento.

Llegaste demasiado pronto a mi vida. Llegaste cuando no sabía defenderme de ti, llegaste cuando estaba más débil, llegaste cuando ni si quiera sabía que era ser feliz. Me llenaste de amargura para dejarme cicatrices en cada uno de los poros de mi piel. Llegaste para quitarme las ganas de sonreír.

La única vez que te alejaste de mí fue solo para dejarme marchar. Más aún no sabías lo que iba a suceder. Aún no sabías que iba a aprender a reír hasta llorar, que iba a derramar lágrimas de felicidad, aún no sabías que empezaría a soñar, aún no sabías que iba a volar, aún no sabías que iba a tocar el cielo con los dedos. Aún no sabías que me iba a ir de tu lado.

Ahora, sin intentar huir de ti, te sigo viendo desde aquí. Sigo viendo cómo te acercas a mí, cómo intentas quedarte a mi lado, sigo viendo cómo intentas atarte a mí incluso con cadenas, pero veo que no puedes. No soy la niña que conociste, no soy la adolescente que viste un día, soy una nueva persona a la que no conoces.

Ha llegado nuestro fin, temido y doloroso pasado.

tren gabinetecarmenalba

No quiero volver

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Parece que haya decidido estar soltera por siempre. A veces me acerco, a veces me alejo, a veces aparezco para después desaparecer sin dejar rastro. Lo cierto es que intento encontrar un equilibrio entre dar y guardar, ya que el que todo lo da, no se guarda nada para sí y el que no da nada, se pierde la experiencia de compartir.

En un principio, me tomé un tiempo para recomponerme.
No me había dado cuenta de lo rota que estaba.
No me había dado cuenta de cuan oscuro veía el mundo.
No me había dado cuenta del muro que había construido a mi alrededor.
No me había dado cuenta de cuán lejos estaba de donde pretendía estar.

También me tomé un tiempo para descansar.
Me tomé un descanso para dejar de fingir mi fortaleza.
Me tomé un descanso para combatir contra mis miedos y mis fantasmas del pasado.
Me tomé un descanso para aprender a perdonar, para volver a sentir y sonreír.
Me tomé un descanso para conocerme y saber de qué estaba hecha, un descanso para determinar mis sueños, mis objetivos y el proyecto de mi vida.

Guardé un tiempo para reflexionar, para meditar.
Guardé un tiempo para entender que me acababa de pasar.
Un tiempo que me ayudaría a resolver las dudas que tenía acerca de las personas, la vida y el mundo.
Guardé un tiempo para crecer, mejorar y evolucionar.
Un tiempo para crear recuerdos, rememorar y tener la posibilidad de sentir nostalgia.
Guardé un tiempo para echarte de menos.

Aprender a reír a carcajadas, cuidar de alguien y que te cuiden, los pequeños gestos, las palabras sin sonido y los sentimientos secretos. La confianza y el cariño, el amor y el aprecio todo junto fue un precioso momento que lo envolví en papel de oro.

La impuntualidad, las disculpas sin sentimiento, las dudas, los desprecios, la competición, los celos, las inseguridades, la falta de respeto, la confianza rota, el victimismo, la desigualdad y un sin fin de términos forman parte de una realidad que ya fue. Ahora, estando aquí, en medio de este planeta rodando sobre su eje, habitada por millones de personas que crean infinitas realidades distintas, acompañada solamente por mi mera presencia, no soy capaz de volver a ese pasado, no puedo, porque no quiero regresar a él.

El cielo o el infierno

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Los extremos nunca son buenos. Ni para la religión, ni para los deportes, ni para la música, ni para la política y menos aún para la vida. Me refiero exactamente a la manera de ver las cosas. O todo es blanco o todo es negro. Una manera de ver el mundo tan radical nos puede llevar al caos absoluto.

Hoy en día, de hecho, el mundo está envuelto en un caos. Al menos, por el lado negativo. Las guerras, los asesinatos de los yihadistas, las dictaduras… Todos creen saber la verdad absoluta de la vida y todos creen ser los salvadores del planeta. No en vano, si lo miramos con cierta lejanía o con cierta perspectiva, no veremos más que destrucción, violencia, crímenes o desamparo.

Lo peor de todo es que esas atrocidades se cometen porque se defiende una idea, un pensamiento, un sentimiento o un valor. La deshumanización no se puede justificar con ninguna causa. Siempre que pasa esto, nunca se piensa en las consecuencias que pueda causar. El fin justifica los medios. No podría estar más desacuerdo.

Si ya de por si las catástrofes naturales ya causan suficientes devastaciones, a esas personas no les es suficiente. Siempre quieren más (no estoy hablando de su ambición, si no de la propia destrucción). Lo mejor de todo es que encima son manipuladores natos. Ellos defienden sus ideales pero los que van a primera línea de combate, los que se ofrecen a perder su vida etcétera no son ellos, usan a los demás. Es algo que no he entendido nunca. ¿Por qué he de sacrificar mi vida para que por ejemplo, dos personas tengan que enfrentarse entre ellos para gobernar un país? No, no me vale la excusa de que una guerra requiere estrategia y para eso se necesita inteligencia. Si tanto empeño tienen en hacerse con el poder pues que se peleen entre ellos hasta la muerte y dejen al resto vivir su vida en paz.

No podría dejar de lado el caso de la religión. Bueno, algunas religiones más bien. No se por cual razón se ha utilizado como un arma de doble filo. Digo de doble filo, porque por un lado se envía un mensaje de paz y amor a los seguidores pero después a determinados grupos o a los no seguidores se los trata de una manera inhumana. O peor aún, los que más poder tienen del grupo no son fieles ni a la idea que ellos pretenden defender.

Visto tantos y tantos ejemplos de ideas radicales, no me extraña que haya personas que también vean el mundo así. Quiero decir, que por pertenecer a un colectivo en concreto se sientan seres superiores a otros o de una manera más extremista aún, que salvo ellos el resto del mundo sea (cualquier adjetivo o etiqueta que se os pueda ocurrir).

Para acabar quiero mencionar que todos tenemos un lado malo y uno bueno. Cada uno de nosotros decide con que parte se quiere quedar o de qué manera actuar. Digo que todos tenemos dos partes porque así como existen personas humildes, buenas o serviciales, también existen personas egoístas, narcisistas o malas, pero eso es porque cada uno de ellos ha decidido ser así.

Antes de ponernos a juzgar si las personas son buenas o malas, si la vida es amable o cruel, antes de decidir si algo ha de ser blanco o negro, pongámonos a pensar que todas las cosas tienen su lado claro y su lado oscuro. Cada uno decidimos hacer de nuestra existencia el cielo, el infierno o el limbo.

Perdidos

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Hasta que nos encontramos.

A veces buscamos tantas respuestas que miramos en nuestros recuerdos del pasado y en nuestros sueños, deseos y aspiraciones que se van entremezclando hasta que se forma un bosque frondoso que apenas los rayos del sol alcanzan el suelo. Toda clase de flora y fauna no hace sino facilitar el que deambulemos por él sin poder salir.

El dolor de aquellos que nos dejan atrás a veces nos consume y no somos capaces de ver más allá de lo sucedido. No sabemos decir adiós y dejarlos ir, no queremos que ese capítulo de nuestra vida se acabe y nuestro apego a ellos nos trae mucho sufrimiento.
Cuantas veces habremos pensando en aquellas personas del pasado que nos traicionaron, que nos decepcionaron o que simplemente nos hicieron daño. Solo miramos las cicatrices del corazón, incapaces de ver el total de la experiencia y sin aprender de ella.
La soledad a veces nos acompaña como un verdugo que no se quiere separar de nosotros. No encontramos a nadie que nos entienda, que tenga nuestro mismo sentido del humor o una manera similar de ver la vida.
Todas estas experiencias de la vida que forman parte de todas las personas de este planeta, a veces se adentran tanto en nosotros y de una manera tan intensa que nos hace ver el mundo como un cuadro en blanco y negro, matizando apenas con una escala de grises.

El futuro a veces nos resulta abrumador. ¿Dónde estaré dentro de X años? ¿Estaré en el mismo lugar que ahora? ¿Me acompañarán las personas que hoy tengo a mi lado? ¿Qué estaré haciendo con mi vida?

Pero para saber todas estas cosas, primero debemos saber donde estamos ahora. ¿A qué he venido a este mundo? ¿Me gusta cómo soy? ¿Los ideales que persigo? ¿Los principios que tengo? Cada uno de nosotros persigue un sueño: algunos persiguen la fama y la gloria, otros van en busca de riqueza material, algunos dedican toda su vida a ayudar a otros, a  compartir su vida con sus familiares y amigos…

La vida hay que verla como un todo: un plazo determinado de tiempo en el que tenemos un lugar específico (la Tierra) y millones de personas de la misma especie (la humanidad) que se combinan entre sí para vivir toda clase de experiencias: el amor, la amistad, la tristeza, la alegría, la desilusión… un sin fin de sentimientos.

Y tú, ¿necesitas una brújula?

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Perspectiva

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¿Por qué se arrepiente la gente? Esta es una muy buena pregunta. Yo personalmente me arrepiento de muy pocas cosas que he hecho en mi vida. No es que me crea perfecta o que no haya cometido errores, ni mucho menos. Es solo que creo que le pongo un enfoque diferente.

He visto que la gente se arrepiente de hacer o decir tal cosa porque no han obtenido el resultado que esperaban. Mucha gente tiene miedo a equivocarse. Sinceramente, no hay manera de que consigas las cosas tal y como tú las quieres a la primera a no ser que sea ser el número uno en un área específica y seas un prodigio para eso. Cuando yo no consigo las cosas a la primera no me frustro, me lo tomo con filosofía. Me tomo mi tiempo, pienso o incluso reflexiono sobre la idea. Una vez que lo veo con perspectiva encontrarle una solución es más fácil.

En el ámbito personal, quiero decir, en las relaciones personales todas las personas tienen una máscara puesta. Supongo que por miedo a que la gente los hiera, los traicione o los utilice. Bueno, es difícil acertar con todas las personas. Algunas son encantadoras, pero a medida que transcurre el tiempo la máscara se les cae y ahí es cuando ves como son en realidad. Tampoco hay que lamentarse en haber confiado en esa persona, haber querido a otra o haber valorado a una tercera. Son parte de la experiencia de la vida y a base de conocer gente es como se aprende más.
Unas terceras se arrepienten de lo que hacen o dicen por haber herido a otra tercera persona. Si lo haces con mala intención, ni si quiera te vas a arrepentir, no tendrás una cosa llamada conciencia tocando la puerta de tu cabeza. Pero a veces, cometemos errores más o menos graves sin mala intención y si ese error hace que perdamos a alguien a quien realmente queremos… Ahí sí que duele. Pero culparnos y castigarnos como si no hubiese un mañana tampoco nos va a ayudar, nadie es perfecto. Simplemente solo podemos pedir perdón, esperar que la otra persona nos perdone (porque a veces no se nos perdona) y seguir adelante con nuestra vida.

Yo creo que si debemos arrepentirnos de algo, definitivamente debe ser por haber actuado en contra de nuestros principios, ética o moral que tengamos sobre la vida. Debemos tener claro que es lo que nos gusta y lo que no (intereses, aficiones, proyectos de vida…), que esperamos de la gente y que damos nosotros a cambio (dar a los demás está bien, pero si tenemos una relación en el que no recibimos nada de la otra persona, tal vez habría que reconsiderar esa relación por aquello de la reciprocidad) y las causas o ideas que defendemos o por los que queramos luchar (medioambiente, racismo, violencia de género, pobreza, la corrupción…).

La única manera de tener una personalidad realmente definida es viviendo la vida. Conociendo gente, probando cosas nuevas, informándote… ¡Así que deja el miedo atrás y vive!

Todo es cuestión de perspectiva.

 

perspectiva

(Imagen del blog  http://booksmusicandmovies.wordpress.com, gracias por dejar compartirla).

 

 

EL PODER DE LA MENTE

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En esta vida puedes hacer dos cosas: vivir con las aflicciones de tu vida o bien superarlas, así de simple. Bueno, puede que algunas experiencias no tengan otra salida que la aceptación como la muerte o alguna enfermedad terminal, pero en la mayoría de los casos siempre hay algo que se pueda hacer respecto a ello.

Algunas personas se aferran a ellas como si fuese su pan de cada día. En vez de cortar de raíz las van alimentando poco a poco y al final entran en un círculo vicioso rodando sobre una rueda estática así como lo hacen los hamsters encerrados en sus jaulas, como si correr sobre ese aparato fuera a liberarlos de su esclavitud física.
Son tres los ingredientes fundamentales que nos llevan a este estado mental:

Autocompasión: yo prefiero llamarlo victimización, ya que nunca se hacen responsables de su situación. Su vida, su estado emocional así como el físico dependen meramente de los otros. Siempre tienen a alguien a quien darle el papel de verdugo o a quien echarle la culpa de sus problemas.

Autocomplacencia: aunque su vida no sea como ellos quieren que sea, o si está patas arriba o hay algo que no “funciona” o carece de algo, ellos no tienen la culpa ya que lo que ellos quieren es algo imposible o bien es la culpa de los demás, ya que ellos son indulgentes consigo mismos pero no con los demás.

Resignación: no creen o no se ven capaces de cambiar las cosas. La vida que llevan, sus costumbres, situación laboral, situación personal…

autocompasion

Otras personas sin embargo, se resignan a que esas vivencias sean su única existencia. Intentan que eso que los ha frenado o limitado se convierta en su propulsor para conseguir aquello que quieren, para superarse y mirando hacia atrás puedan ver con orgullo todo lo que han conseguido aún con los obstáculos. Cada día nos encontramos con nuevos ejemplos, cada vez más de esta clase de personas, como si hubiese una especie de despertar en el pensamiento que nos dijera que el único límite que existe en este mundo es el de nuestra propia mente. Los ejemplos en los que más busco respuestas son Buda, Gandhi, La madre Teresa de Calcuta o Nelson Mandela.

Nada en este mundo está dicho. Siempre se puede cambiar algo y si no tienes todos los ingredientes que te lleven al cambio, siempre puedes cultivar alguna de estas características en tu interior:

Resiliencia: es la capacidad que tienen algunas personas de superar los contratiempos de la vida o incluso salir fortalecidos de ellas.

Creatividad: es la capacidad que poseen algunos sujetos de ver las cosas de diferente manera, de interrelacionar distintas ideas de distintos campos y de poder ver soluciones, oportunidades o debilidades con el fin de sacarles partido.

Optimismo: he hablado varias veces a lo largo de mi blog a cerca de esta idea. No parte de un optimismo crédulo, sino que más bien se trata de un optimismo por ver, idealizar o imaginar aquel sueño que tengamos en mente.

Autoconocimiento: Aunque tengamos las tres características anteriores es necesario pensar que somos humanos y que tenemos nuestros propios límites. Tenemos que saber nuestras debilidades y nuestras fortalezas para trabajar en ellas, así como lo que queremos, deseamos o anhelamos en nuestra vida para enfocarnos en ello.

resiliencia

EL CAMBIO

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Hemos llegado al último paso de todos. Espero que hayáis disfrutado de esta nueva experiencia consistente en vuestro propio autoconocimiento. Se que no es fácil, que no siempre es agradable lo que descubrimos y que incluso alguna vez os haya causado dolor lo que habéis tenido que recordar o lo que habéis tenido que volver a vivir. Algunas veces tal vez habréis tenido la tentación de dejarlo porque os faltaban fuerzas u os sentíais pequeños, pero todo esfuerzo tiene su recompensa.

Al haber llegado aquí, habréis conseguido un montón de beneficios. En un primer momento, si habéis conseguido calmar vuestras emociones, habréis mejorado vuestra salud, ya que eso hace que la presión arterial baje, así como aminorar el sufrimiento de vuestro corazón.

Ya que tanto las preocupaciones presentes como futuras, solo se vuelven en una preocupación temporal, estaréis más relajados y os habréis desecho de ese malestar que es la ansiedad, con todas sus implicaciones: desde comer mucho o comer mal, hasta morderos las uñas, estar irritables, susceptibles o irascibles.

Al haber eliminado el estrés, también habréis conseguido conciliar el sueño sin problemas. Tendréis la espalda más relajada, tendréis menos dolores de cabeza y estaréis de mejor humor. Os ocuparéis tanto de trabajar con eficiencia como de descansar de verdad y os autorregularéis con el fin de que no trabajéis demasiado, pero tampoco os venza la pereza.

También habréis notado que estáis más relajados al deshaceros de vuestros miedos y de vuestro pasado y haberlos convertido en un punto fuerte. Estaréis intentando vivir vuestra vida más plenamente, estaréis de mejor humor e incluso estaréis experimentando cosas nuevas o buscando emociones más fuertes.

Tal vez habréis notado que algunas personas de vuestro entorno os miran con otros ojos, os tratan diferente o que simplemente se han dado cuenta de vuestro cambio. Cuanto mayor es el cambio entre el antes y el después, es cuanto más deseáis haber vivido así siempre.

Puede que hayáis echado a alguna persona de vuestra vida que no hacía más que haceros sentir más pequeños, puede que hayáis dejado atrás algún hábito del pasado que resultaba realmente perjudicial para vosotros (desde fumar, hasta consumir alguna sustancia, salir de fiesta hasta las tantas de la madrugada o pasar vuestra vida delante del televisor o del ordenador como zombies sin hacer nada).

Puede que con lo que hayáis descubierto de vosotros mismos, hayáis descubierto alguna afición nueva, una pasión nueva, hayáis creado algún hábito nuevo o que vuestra rutina haya cambiado drásticamente.

Puede ser también, por último, que esa haya sido la primera vez que hayáis empezado a preguntaros o a soñar con cómo sería vuestra vida ideal y que sea la primera vez también de que seáis capaces de luchar por conseguirlo.

Este es solo el inicio. El inicio de una nueva vida sin límites, una vida libre, una vida sin cadenas, donde soñar no es posible, sino que es una obligación. Una vida donde los deseos se cumplen porque uno quiere y los hace posibles. Una vida donde ser feliz no es ser signo de ser iluso o de ser inocente, sino que es una manera de vivir. Es como volver a nacer y crecer siendo niños en un cuerpo de adultos. Una hoja en blanco donde se puede escribir lo que se quiera. Un sueño en el que tienes alas y puedes volar hasta donde tú quieras.

felicidad

«Los finales felices son los nuevos comienzos.» I.L.